por Paula Pagani, de "Los Ritos cardinales de Caos", 1985
Todos estarán reunidos alrededor de las 23:30 en un claro en el bosque donde la sacerdotisa ofrecerá un poderoso sacramento a los participantes los cuales se dispersarán alrededor del y formando un círculo. La luz es proporcionada por las antorchas en los puntos cardinales.
Sacerdotisa: |
Hombres y mujeres alternadamente formaran un fila semejante a una serpiente con la sacerdotisa al frente. Ella se mueve adentrándose en la oscuridad, lentamente al principio pero acelerándose gradualmente, tejiendo con sus giros danzas y piruetas entre los árboles y arbustos, a través de altos helechos , a la deriva, sin rumbo fijo, ella conduce el grupo aleatoriamente hasta que "por casualidad" regresan al círculo. Se toma un breve respiro.
Sacerdotisa: Io! Pan , energía pura de luz y lujuria, Io! Pan, nuestra fuerza deriva del polvo, Pero la tuya absorbe la energía de la primavera Crea remolinos a golpe de ala, Desgarra a golpe de zarpa, arranca a golpe de pico Cuerno triunfante, a horcajadas en la cima del éxtasis sin control Al compás de flautas estridentes y tamborileos . No pedimos ninguna aparición Pues aquí tenemos un regimiento De hombres preparados para tomar tu forma Y transformar la naturaleza en una tormenta de ferviente regocijo, Todo el placer que esto abarca. |
La sacerdotisa coloca la varita de Pan en la tierra en el centro del círculo. Los hombres estarán parados a puntos equidistantes mirando hacia fuera mientras que les son vendados los ojos por las mujeres que después cantan y tocan tambores. Con este acompañamiento los hombres giran en círculo y sobre si mismos por todo el tiempo que la sacerdotisa lo juzgue necesario. Las mujeres, mientras que bailan dentro del círculo, se aseguran de que los hombres no entren al mismo. Cuando la sacerdotisa lo disponga y anuncie, se hace silencio y los hombres intentarán adueñarse de la varita. Las mujeres tratarán de impedírselo engañándolos y confundiéndolos de cualquier manera que les plazca. Cuando la varita es eventualmente alcanzada separan al hombre que lo logró, aún con los ojos vendados y conducen a los otros hombres nuevamente a la circunferencia mientras sus ojos continúan vendados. La sacerdotisa unta el cuerpo del hombre con aceite perfumado; Al que ahora se ve como el regente de Pan. Ella le hace una reverencia al igual que cada mujer a su turno y a su propia manera. Se enciende un fuego. A la orden de la sacerdotisa los hombres, todavía vendados, tantean sobre el círculo hasta que cada uno ha encontrado una mujer. Las mujeres les quitan las vendas y la parejas saltan sobre el fuego (el tamaño de el cual depende del sentido del humor del sacerdotisa) a manera de consagración. El rito se concluye de cualquier manera que la sacerdotisa crea conveniente.
Nota: Este ritual está pensado exclusivamente para un grupo. Pero partes de él. Por ejemplo los discursos de la sacerdotisa o parte de ellos pueden ser usados para un trabajo en solitaro.